HOMILÉTICA
Introducción
La predicación de la Palabra de Dios se encuentra
entre los privilegios más grandes confiados al hombre. Es además una de sus
mayores responsabilidades.
A través de la locura de la predicación, Dios ha
escogido revelarse a los hombres. Este conocimiento divino comunicado a través
de la predicación, puede conducir a los hombres a la salvación eterna a través
de la fe en Cristo Jesús. Es también capaz de transformarlos a la imagen y
semejanza de Dios (2 Co 3:18).
Estas páginas no son en absoluto para personas
que hayan recibido un entrenamiento en un seminario. Son principios básicos
sencillos que intentan fundamentalmente ayudar a aquellos miles de excelentes dirigentes
de la Iglesia cuyas circunstancias les han impedido la oportunidad de desarrollar
sus habilidades latentes.
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El arte de predicar es denominado frecuentemente
"HOMILÉTICA", que se deriva de la palabra griega "homilia",
que significa "estar en compañía de, ejemplo, conversar y comunicar".
Hechos 20:1, está basado en homileo. Veamos como
es traducido en la Biblia Viviente:
"Después de haber subido, y partido el pan y
comido, predicó [homileo] largamente, era el alba cuando finalmente
partió".
Homilética es el estudio de todo lo relacionado
con el arte de predicar un sermón. Buenos sermones (comunicación) nacen de
tener una buena comunión (compañerismo).
Hay dos aspectos distintos relacionados con la
predicación. Primero, el divino; segundo, el humano. ¡La homilética es
el estudio del aspecto humano!
Predicar es el arte de comunicar la verdad divina a través de la personalidad humana. Un predicador es esencialmente un comunicador. Recibe la verdad de Dios y se la comunica a los demás hombres de manera efectiva.
Predicar es el arte de comunicar la verdad divina a través de la personalidad humana. Un predicador es esencialmente un comunicador. Recibe la verdad de Dios y se la comunica a los demás hombres de manera efectiva.
Dios da la revelación, pero el hombre provee la
presentación.
Para hacer esto de manera efectiva, tiene que
aprender primero a hacer varias cosas bien.
1. Esperando En Dios
1. Esperando En Dios
Primero, tiene que aprender la manera de esperar en Dios, cómo estar tranquilo delante de Su presencia y discernir Su voz cuando le hable dentro de su propio espíritu.
Todo sermón de valor comienza en el corazón y
mente de Dios, que es la fuente de toda verdad. Él es el recurso de todo
conocimiento. La primera tarea del predicador efectivo, es aprender a recibir
los pensamientos de Dios. Nunca escuchará Su voz de manera audible.
La verdad divina destilará tranquilamente hacia
el interior de su espíritu como el rocío de la mañana. El predicador con
futuro, debe esperar pacientemente en la presencia de Dios para recibir Sus
pensamientos y verdades preciosas que siempre desea compartir con aquellos que
le buscan diligentemente.
Es bueno adquirir el hábito de pasar tiempo en la
presencia de Dios. Separe una porción de cada día para entrar ante Su magna
presencia y esperar pacientemente en Él. Pronto aprenderá cómo percibirlo,
la cual, le hablará apaciblemente en su espíritu.
No deberíamos entrar en la presencia de Dios sólo
con la idea de "conseguir un sermón". Necesitamos entrar ante Su
presencia, primeramente, con el propósito de exponernos con regularidad ante Su
divino escrutinio y consejo.
Precipitarnos en Su presencia con urgencia porque
"necesitamos un sermón para mañana", no es ciertamente la actitud de
un corazón que pueda recibir Sus maravillosas verdades. Deberíamos dar a la
verdad oportunidad para que tenga su efecto sobre nosotros antes de que nos
dispongamos a compartirla con los demás.
2. Estudiando La Biblia
Sería ideal que el predicador viniera delante de Dios con su Biblia en la mano. Haciendo tiempo para sentarse tranquila y pacientemente delante de Dios de esta manera. Pídale iluminación e inspiración de Su Palabra. Debe tomarse el tiempo necesario para estudiar y nunca empiese si no dedica un momento a orar para que le guie porque ciertamente El Señor hablara por usted.
En oración busque el consejo, la sabiduría e
instrucciones del Señor en su Palabra a medida que extiende las páginas de la
Biblia ante sus ojos en Su divina presencia.
A veces es bueno seguir un patrón regular de
lectura, empezando en el sitio donde la dejó el día anterior. Esto le ayuda a
recorrer la Biblia de una manera consistente, en lugar de tomar pasajes de aquí
y de allá, dejando amplias porciones de las Escrituras sin leer.
En otras ocasiones, podría buscar algún impulso
del Espíritu con respecto al lugar donde debería leer. De esa manera evitaría
caer en la rutina.
3. Tenga Una Libreta De Notas
Es esencial que tenga una libreta de notas en la cual registre los pensamientos e ideas que le vienen a su mente en esos tiempos de quietud en los que espera la dirección de Dios. Es sorprendente lo rápido que se puede olvidar la verdad más maravillosa, si el pensamiento no es registrado mientras está fresco en su mente.
Adquiera la práctica de escribir cada pensamiento
significativo que venga a su mente cuando lea las Escrituras en oración. Si un
tema se lo sugiere, sígalo y profundice todo lo que pueda en su contenido. De
esa manera acumulará una buena fuente de materiales aptos para sermones.
Repase el material de vez en cuando. Los
pensamientos comenzarán a expandirse en su corazón. Descubrirá que algunos
temas ocuparán su mente por semanas, ensanchándose de manera continua a medida
que medite en ellos.
Adquiera el hábito de hablar con el Señor acerca
de Su Palabra. Cuando haya cosas que usted no entienda, pida al Señor que su Espíritu Santo arroje luz sobre ellas.
Luego, aprenda a esperar tranquila y
pacientemente delante de Dios a medida que dirige afablemente sus respuestas
hacia el interior de su espíritu. Apúntelos tal y como le lleguen. Subraye la
configuración de la verdad en su libreta de apuntes. No las confíe al poder de su
memoria. Aun la mejor de las memorias tiene sus debilidades. apunte el minimo pensamiento, ese pequeño apunte puede ser el detalle que le faltaba para darle el toque a su tema a disertar.
4. Expóngase A Ser Lavado Y Limpiado Por La
Palabra
Trate de evitar la actitud que procura una palabra de parte de Dios para predicar sobre ella el Sabado por la mañana. No ande buscando siempre balas espirituales que pueda disparar a alguien más. Reconozca la necesidad primaria de su propio corazón. Deje que Dios se ocupe de su corazón a través de Su Palabra y mediante Su Espíritu. Deje que la Palabra lo lave y limpie primero que nada.
Compartir lo que Dios le ha hablado a usted sobre
corrección y limpieza propia, es el mejor instrumento para un buen sermón.
Es importante que alimente su propia alma. Una de
las trampas en que los predicadores pueden caer, es la de estar tan interesados
en encontrar alimentos para sus congregaciones que descuidan su propio
bienestar espiritual.
Este es uno de los riesgos ocupacionales del
ministerio. El pensamiento fue expresado de esta manera en Cantares 1:6
"…me pusieron a guardar las viñas; y la viña que era mía, no guardé".
A veces un pastor puede estar tan ocupado en la
búsqueda de la salud espiritual de su rebaño, que descuide tristemente su
propio bienestar espiritual. Ésta es una de las razones principales que hacen
que los ministros fracasen. Un ministro no puede arriesgarse a descuidar su
propia vida espiritual.
Deje que la Palabra de Dios se arraigue en su
propio corazón y espíritu. Deje que crezca fuerte en su vida y experiencia
personal.
Después, cuando predique, realizará un ministerio
a partir de la experiencia y la realidad, en lugar de compartir cosas que usted
mismo no comprende plenamente. Usted nunca puede llevar a otros más allá del
lugar al cual usted mismo no haya ido todavía.
El siguiente versículo nos enseña lo mencionado
anteriormente, "El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar
primero" (2 Ti 2:6). Lo que usted planta y cosecha (en el sentido
espiritual) debe ser parte de su experiencia antes de darlo a otros. Nunca debe
dar lo que no ha comido. No debemos tratar de dirigir a otros por caminos que
no hemos caminado.
Cuando la Palabra de Dios se encarne en su vida,
entonces, se convertirá en un mensaje de Dios. No será alguien que simplemente
recita sermones, sino alguien que realiza un ministerio de vida, bendición y
fortaleza para las almas que lo escuchan.
DOS FALSAS IDEAS SOBRE LA HOMILÉTICA
Existen al menos dos equivocaciones comunes que la gente tiende a cometer con respecto a la homilética.
1. "Preparación Es Innecesaria"
La primera idea equivocada es pensar que la preparación es innecesaria y que indica falta de fe. La gente que acepta este punto de vista, tiende a considerar que la fe auténtica desdeña cualquier intento de preparar la mente y simplemente se coloca delante de la gente, creyendo que Dios proporcionará las palabras que tiene que hablar.
Un texto de la Escritura favorito de esta gente
es el Salmo 81:10 "…abre tu boca, y yo la llenaré". ¡El contexto del
salmo revela que este versículo no tiene nada que ver con la predicación! Esta
tendencia a ignorar el contexto de un pasaje de la Escritura, es más típica de
esta clase de persona. Indica una actitud irresponsable e ingenua. Este tipo de
persona a menudo habla tales tonterías que cualquiera se da cuenta de que no
proceden de Dios.
Indudablemente existe un lugar para la
inspiración pero también lo hay para la preparación válida.
2. "Habilidad Humana Es suficiente"
La segunda equivocación va casi al otro extremo. En este caso, se coloca una confianza completa en la preparación y la habilidad humana. Hay poca o ninguna dependencia en el Espíritu Santo, y existe una auto confianza que es resultado del entrenamiento y de la habilidad natural.
Tal entrenamiento puede producir ciertamente una
predicación muy interesante y convincente. Sin embargo, sólo la unción del
Espíritu sobre el mensaje puede ministrar la vida de Dios a la audiencia.
La verdad es que un ministerio efectivo necesita
tanto los aspectos divinos como los humanos. Dios puede ciertamente bendecir y
ungir pensamientos por los que se ha orado diligentemente y que han sido
considerados cuidadosamente.
Deje que su preparación sea saturada de una
meditación intensa y de oraciones ardientes. Determine ser lo mejor que pueda
pero asegúrese de que su confianza esté en Dios y no en usted mismo. Confíe
siempre en Él para su unción y bendiciones espirituales en su predicación.
CUATRO ASPECTOS DE LA HOMILÉTICA
Hay cuatro áreas principales con las que la homilética está relacionada:
1. Concepto
Esto tiene que ver con la obtención del tema original para el mensaje. Es el arte de conocer cómo recibir un mensaje de Dios. Se refiere a la manera de obtener la idea y el tema inicial para un sermón.
Frecuentemente, la semilla de
un pensamiento es sembrada en la mente y puede permanecer ahí durante meses
antes de que se desarrolle al tamaño y a la proporción necesaria para ser
compartida con otros. A través de la experiencia, uno puede desarrollar la
capacidad para reconocer una línea de verdad que se puede compartir convenientemente
con el pueblo de Dios.
A medida que usted medita en
la Palabra, emerge una iluminación interna de un aspecto particular. Algo
repentinamente cobra luz en usted. Casi parece saltar desde la página. Una
sensación de excitación emerge en su interior. ¡Es como si usted hubiera
descubierto una enorme pepita de oro!
¡Apenas puede esperar a
examinarla para averiguar su valor!
2. Composición
Tras recibir inspiración sobre una verdad concreta, usted tiene que empezar a analizar la manera de descubrir todo lo que la verdad contiene. Su libro de notas cobra aquí una especial importancia. Cuando medite en oración, escriba cuidadosamente cada pensamiento que le venga a la mente.
En esta fase, puede usted
simplemente hacer una lista de cada idea que el tema le sugiera. Manténganse en
él hasta que sientan que ha agotado el tema y descubierto cada área de verdad
posible contenida en su tema.
No se preocupe por la claridad
y el orden en esta fase. Frecuentemente es necesario escribir muy deprisa para
mantenerse al unísono con el brote de inspiración que está consiguiendo.
Asegúrese de que está escribiendo todo en el papel. Más tarde puede
clarificarlo.
3. Construcción
Una vez que haya analizado meticulosamente todo el material de su tema y haya tomado notas de cada aspecto de la verdad que se puede encontrar en el, tiene que empezar luego a reunir aquellos pensamientos de una manera ordenada.
Esto es esencial para que pueda usted dar más consideración en oración al tema.
Colocar el material en alguna
clase de orden consecutivo le ayudará enormemente en este aspecto. También le
ayudará mucho en su presentación del tema a otros. El compartir una progresión
de pensamientos en forma desarrollada, ayuda a otros a comprender y seguir su
línea de razonamiento. Si su presentación no mantiene la debida secuencia en
las ideas, de seguro que la gente tendrá dificultad en comprender su mensaje.
Haga la construcción del
sermón tan simple como le sea posible, a fin de que su audiencia pueda captarlo
con facilidad.
Ésta es la esencia de la
construcción del sermón. Es muy importante para cada predicador desarrollar
esto.
4. Comunicación
Por último, llegamos a la presentación del mensaje:
• La comunicación clara y
efectiva de la verdad
• Cómo presentar su tema de una manera que cautive las mentes de sus oyentes
• La manera de desarrollar sus pensamientos de una forma tan ordenada que su audiencia pueda seguir con facilidad la línea de verdad que usted procura comunicar
• Cómo motivar a sus oyentes hacia las acciones apropiadas, ya que, debemos ser "hacedores de la palabra y no oidores solamente" (Stg 1:22).
• Cómo presentar su tema de una manera que cautive las mentes de sus oyentes
• La manera de desarrollar sus pensamientos de una forma tan ordenada que su audiencia pueda seguir con facilidad la línea de verdad que usted procura comunicar
• Cómo motivar a sus oyentes hacia las acciones apropiadas, ya que, debemos ser "hacedores de la palabra y no oidores solamente" (Stg 1:22).
Estos conceptos comprenden los
aspectos esenciales de la preparación de un sermón. Nos ocuparemos de cada uno
de ellos a plenitud más adelante en este estudio.
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